TEATROS DEL MUNDO

 Una escena de la ópera 170 días en Nanking, que inauguró el coliseo en diciembre / Jiangsu Centre for the Performing Arts / Peng PENG
 
Nanjing, la capital de la provincia de Jiangsu –durante varias dinastías, capital de China–, fue también escenario de las atrocidades­ de la ocupación japonesa en la Segunda Guerra mundial. Este cruel recuerdo inspiró 170 días en Nanking la primera­ ópera encargada por el flamante Jiangsu Centre for the Performing Arts inaugurado el año pasado. 
 
Ken SMITH
ÓPERA ACTUAL 212
(ABRIL 2017)
 
El Jiangsu Centre for the Performing Arts rompería moldes en 2013 al anunciarse­ como el último de una serie de coliseos operísticos y de concierto construidos en China desde la inauguración del National Centre for the Performing Arts de Pequín (NCPA) en 2007. En el ámbito lírico, desde que el coliseo pequinés propusiera en su primera temporada una producción propia de Turandot (confiando a un compositor chino el nuevo final para la ópera de Puccini), los teatros chinos que le han seguido también han optado por el repertorio operístico occidental como el mejor sistema para poner a prueba su tecnología y su capacidad escénica. Para su inauguración operística –a finales del año pasado– el Jiangsu Centre no tiró de la tradición literaria china ni de temas socialistas políticamente correctos, sino de los días más oscuros de la ciudad en el siglo XX: los de la ocupación japonesa.
La obra escogida fue 170 días en Nanking (en lugar de “Nanjing”, al utilizar la grafía anterior a la época comunista), del compositor Tang Jianping, en calculada coincidencia con el 80º aniversario de la caída de la ciudad a manos de las tropas japonesas. Subtitulada Los diarios de John Rabe, la ópera se centra en la figura de este hombre de negocios alemán conocido como el “Oskar Schindler de China”. En pleno conflicto, era ejecutivo de Siemens y jefe en activo del Partido Nazi; a Rabe se le atribuye el salvamento de más de 250.000 chinos como responsable de la Zona de Seguridad Internacional, un área desmilitarizada que comprendía las embajadas y las residencias de súbditos extranjeros. En términos operísticos, la improbable alianza entre alemanes y misioneros americanos que plantea la obra justificaba reunir un amplio equipo de producción internacional y brindaba a sus creadores la oportunidad de utilizar fuentes musicales occidentales.
 
Vista aérea del impresionante complejo cultural diseñado por la arquitecta iraquí Zaha Hadid inspirado en la flor de loto / Jiangsu Centre for the Performing Arts / Peng PENG
 
Concebida inicialmente por el director de escena Elijah Moshinsky, nacido en Shanghai y residente en Londres, la ópera fue escenificada por Nigel Leving cuando Moshinsky sufrió un ataque al corazón en el curso de la preproducción. Ello significó la integración del diseño de luminotecnia de Leving con las proyecciones en vídeo de Tal Yarden y Mikaela Liakata en un todo casi cinemático. El bombardeo japonés se proyecta con luces y sombras, y el segundo acto se abre con un metraje documental en origen que desemboca en una escena coral con proyecciones y rayos láser. Unos paneles en los laterales y en el fondo del escenario –gestionados por Marshall Day Acoustics– ecualiza las resonancias del sonido no amplificado según diseño de Sebastian Frost.
Como prueba para las exigencias técnicas la obra aprobó con notable alto, especialmente si se tiene en cuenta que los efectos pirotécnicos proyectado en el montaje estaban perfectamente justificados por las exigencias de la narración. Un reparto íntegramente chino interpretó convincentemente a las principales figuras, con un maquillaje que se mostró muy acertado cuando se proyectaron las fotografías de los personajes originales con los créditos finales. En el papel de Rabe, el tenor Xue Haoyin debía convencer a los soldados chinos para que se rindieran, viendo finalmente cómo eran ejecutados sin piedad. La soprano Xu Xiaoying, en el rol de de Minnie Vautrin –la presidenta del Ginling Women’s College–, se vio atormentada por el recuerdo de haber tenido que consentir la reducción a la esclavitud sexual de 100 estudiantes para “garantizar la salvaguarda de otras 10.000”. En el papel del Doctor Robert Wilson (el único cirujano experto en toda la guerra), Wu Yuanjin tiene que tratar a dos víctimas, una mujer encinta que había recibido 37 bayonetazos y a un chico que había presenciado cómo su hermano pequeño era asesinado sobre el pecho de su madre.
 
Música ecléctica
 
La nueva ópera 170 días en Nanking no deja de ser una obra sutilmente propagandística, sutileza que se refleja en la partitura de Tang Jianping, que subraya la profunda emotividad del libreto que firman Zhou Ke y You Weizh. La música que está asociada a la figura de Rabe utiliza temas cercanos a Bach, mientras que para el rol de Vautrin se usa música sacra y pinceladas del himno estadounidense. John Magee, el misionero cuyos vídeos caseros del desastre vivido en la ciudad china acabaron llegando a los medios internacionales aparece envuelto en un clima de devoción espiritual. Muy raramente, por cierto, se ha permitido en China un parecido despliegue de material cuasireligioso.
Las escenas de masas resultaron muy efectivas en el tratamiento dado a la música por el director Lü Jia al frente de la Performing Arts Group Orchestra y sus coros, reforzados con la Macao Orchestra y el coro del Conservatorio de la Universidad Normal de Nanjing.
Con una duración de dos horas y veinte minutos (con un entreacto) 170 días en Nanking ganaría con algún corte y más rigor dramatúrgico para llegar a públicos más amplios, pero hay que convenir en que su sentido de la ambigüedad moral la hace distinta de las óperas chinas contemporáneas y del discurso cultural de la gran nación asiática. Además le sienta bien a una historia en la que aparece un nazi que, en el fondo, fue una buena persona.
 
 
Un Coloso
Diseñado por el Instituto de Investigación y Diseño Arquitectónico de la China Oriental de Shangái, el Jiangsu Centre for the Performing Arts ocupa una extensión de 270.000 metros cuadrados y comprende un teatro de ópera para 2.200 espectadores, una sala de conciertos de 1.500 localidades, un teatro de prosa de 1.000 plazas, dos salas multiusos y una tercera para conferencias de 3.000 plazas inspirada en la Gran Sala del Pueblo de Pequín. Combinando la asimetría curva de la Ópera de Guangzhou de Zaha Hadid con la grandeza espacial del Meixihu Cultural and Arts Centre de Changsha, el Jiangsu Centre es el proyecto más impresionante de los diseñados por Hadid. Desde su inauguración parcial en mayo de 2017, el Jiangsu Centre ha albergado una serie de eventos, desde recitales del pianista Ivo Pogorelich y del violoncelista Alexander Rudin hasta conciertos. Valery Gergiev dirigió en el nuevo escenario a la Filarmónica de Múnich y el Teatro U de Taiwan ofreció un espectáculo de danza y tambores chinos. La primera ópera no llegaría al nuevo coliseo hasta finales de diciembre de 2017. 
 
 
Interior de la sala destinada a espectáculos operísticos / Jiangsu Centre for the Performing Arts / Peng PENG

 

 
 
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