OPINIÓN

 

 
 
Daniel BIANCO, director del Teatro de La Zarzuela
ÓPERA ACTUAL 218
(NOVIEMBRE 2018)
 
¿Cómo es posible que un género único en el mundo y parte fundamental de nuestro patrimonio lírico continúe hoy siendo sospechoso? Que me pregunten frecuentemente por su salud –como si se tratara de un anciano con achaques– no deja de ser sorprendente. Más aún cuando día a día comprobamos que sí, que la buena salud de la zarzuela empieza a ser real. Y para muestra, un botón: que en el Teatro de La Zarzuela con Katiuska se haya superado ampliamente el 90 por cien de ocupación es un dato más que elocuente. Y me atrevo a hacer un augurio: si prosigue el apoyo y el interés de la Administración por salvaguardarla, protegerla y difundirla, con el Teatro de La Zarzuela de bandera, en los próximos años esa frescura que hoy caracteriza las aproximaciones contemporáneas conquistará a todo tipo de públicos, renovándose y consolidándose su disfrute en las siguientes generaciones.
De Hidalgo a Sorozábal, de Gaztambide a Albéniz o a Moreno Torroba, las obras maestras que atesora nuestro género lírico conservan la salubridad de antaño y, en muchos casos, nada tienen que envidiar a las óperas más elogiadas del repertorio. Ello también se debe a los talentosos artistas que a lo largo de la década de 1990 se animaron a sacarla de la vitrina de los objetos heredados (y, para algunos, desestimados) en la que estaba encerrada. En el Teatro de La Zarzuela hemos recogido su testigo y, con entusiasmo y felicidad, asumimos la responsabilidad de que el género siga encontráandose con el público para que este copioso patrimonio establezca vínculos privilegiados con el alma popular de todos los espectadores, especialmente de quienes no lo conocen.
 
Un aire nuevo circula del escenario al patio de butacas y viceversa. Las propuestas escénicas apelan al público de hoy. Con tal fin se están actualizando los textos hablados, mientras que –y por fortuna– las partituras preservan su brillantez y frescura. En esencia, de lo que se trata es de ver el género con la mirada de este ya avanzado siglo XXI.
La nueva creación es otra de las necesidades ineludibles. Para ello el Teatro de La Zarzuela ha convocado el Concurso de Proyecto de Obra Lírica. Ejemplos son también la zarzuela contemporánea de Tomás Marco Policías y ladrones, que podrá verse aquí en próximas fechas, o la ópera La casa de Bernarda Alba de Miquel Ortega, que podremos disfrutar este mes de noviembre.
 
Y es crucial, asimismo, la captación directa y real de público joven. Para ello contamos desde hace tres temporadas con el Proyecto Zarza, “zarzuela hecha por jóvenes para jóvenes”, con un éxito que ha superado cualquier expectativa, con más de 15.000 espectadores de entre 13 y 18 años que salían entusiasmados del teatro que fue de sus abuelos, que es de sus padres y que ahora también es de ellos. El camino es aún largo y estará lleno de dificultades, pero en el Teatro de La Zarzuela, que nació para preservar y difundir nuestro patrimonio lírico y que desde hace 162 años esa es su razón de ser, ya hemos empezado a comprobar que algo ha cambiado.

 

 
 
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