Teatre Principal de Palma: contra la repetición

Carlos FORTEZA, director del Teatre Principal de Palma
ÓPERA ACTUAL 222
(MARZO 2019)
Desde la actual dirección del Teatre Principal de Palma trabajamos hace tres ediciones en consolidar el grado de profesionalidad y reconocimiento alcanzado a lo largo de sus 33 temporadas líricas. Lo hacemos mediante el aumento de la excelencia en sus propuestas y la ampliación del breve listado de títulos incluidos hasta la fecha. Esta apertura hacia un nuevo repertorio ha abarcado tanto el estreno de títulos del catálogo universal nunca programados –Las bodas de Fígaro o Werther– como otros ausentes en varias décadas –Macbeth o Così fan tutte– y los pertenecientes al patrimonio y la nueva creación musical balear como las recuperaciones de El reloj de Lucerna de Marqués y Los elementos de Lliteres, o la reposición de María Moliner de Parera Fons.
La difusión de ese nuevo repertorio se ha llevado a cabo a través de la búsqueda de la máxima calidad no solo en la interpretación musical –reivindicando especialmente a artistas locales y nacionales en la configuración de los repartos– sino también en la puesta en escena, conscientes de que la fortuna de un título recae, hoy más que nunca, en ambos ámbitos. Se ha convocado al escenario del Principal a nombres fundamentales del teatro europeo –Graham Vick o Mario Martone– y de la escena nacional, como Paco Azorín o José Martret, responsables respectivamente de las nuevas producciones de este curso de Don Giovanni y L’elisir d’amore. Creadores que huyen de lo reverencial o lo complaciente para detectar las necesidades del presente y alimentarlas mediante propuestas que estimulan y desafían al espectador. Y lo hacen generando discurso, diálogo y contexto.
El cambio radical de la estructura del sistema de artes escénicas –la creciente calidad de la distribución digital de actuaciones en vivo, el aumento del coste de los espectáculos o la preferencia por el ocio virtual en el hogar– nos exige vencer la comodidad de la repetición y apostar por trasformar la lírica en teatro en el sentido más amplio y profundo de la palabra. Mecanismos, en definitiva, para hacer frente a los réditos inmediatos de la cultura popular –aquella más efímera y comercial– que ponen a prueba el género lírico en términos de responsabilidad y justificación. Crear un equilibrio entre el entretenimiento y el desafío intelectual, alejarse de lo ligero e inmediato, obliga siempre al público a asumir un riesgo y a estar abierto a la transformación. Es necesario entretener pero también conmover e inspirar, encontrar una manera de recuperar un sentido fundamental de aventura, emoción e interacción. Pasar de observadores a celebrantes. Y todo ello con el ánimo de crear una relación entre el Teatro y la comunidad para que ésta comprenda el valor esencial de la ópera y también para recordar que una historia contada en vivo sobre un escenario a través de la música sigue siendo una experiencia fascinante.