OPINIÓN

  
 
Fernando SANS RIVIÈRE
ÓPERA ACTUAL 222
(MARZO 220)
 

Algunos coliseos españoles, especialmente los más modernos, cuentan con sus propias instituciones dedicadas a los cantantes jóvenes. El más destacado es el Centre de Perfeccionament Plácido Domingo del Palau de Les Arts de Valencia, del que este año se cumple su primera década y al cual dedicamos un reportaje en este número (ver pág. 38). Existen algunos más en el país, como el de la Ópera de Tenerife, cada vez más importante, o el de la Ópera de Sabadell, centrado en un título de su temporada. El máster de interpretación de ópera del Conservatori Liceu de Barcelona o el Operastudio de la Universidad de Alcalá son ejemplos no adscritos a ningún teatro en concreto.

La labor de todos ellos es fundamental para la formación y especialización de los cantantes que quieren dedicarse profesionalmente al mundo de la lírica, muy especialmente si pueden participar no solo en los títulos del curso, sino en una temporada operística en un coliseo lírico, aunque sea cantando en papeles pequeños. Allí es dónde puede verse cómo funcionan los ensayos, cómo se trabajan los aspectos musicales, técnicos y escénicos, además de conocer y aprender de grandes artistas y descubrir todo su potencial y carencias para convertirse en los artistas del futuro. Los aficionados a la lírica de la ciudad también verán crecer a unos artistas de la casa que pueden llegar a ser grandes estrellas creando un vínculo entre el teatro, la afición y ellos mismos de por vida.

Son muchos y de gran prestigio los Opera Studio que existen con decenas de variantes a nivel internacional, como la Accademia Teatro alla Scala, la Academia Estatal del Mariinsky de San Petersburgo, el Jette Parker Young Artists Programme del Covent Garden, el Lindemann del Met o el Domingo-Colburn-Stein de Los Ángeles. Otra fórmula es la que adoptan teatros centroeuropeos de repertorio que contratan a jóvenes para cantar durante un par de temporadas a cambio de un sueldo fijo mensual, ayudándoles a adquirir experiencia y repertorio.

No todos los coliseos españoles tienen el presupuesto para crear un departamento de formación especializado, pero desde esta tribuna creemos que pueden servir otros modelos donde el peso económico recaiga en otras instituciones afines ya existentes. Por ejemplo el Teatro Real de Madrid podría llegar a acuerdos con la Escuela Superior de Canto, la Escuela de Música Reina Sofía o los conservatorios de la ciudad. Lo mismo con el Liceu y el Conservatori Liceu –que fue la entidad que lo construyó–, la Esmuc o los otros conservatorios de la ciudad, ejemplos que podrían ampliarse a todos los escenarios líricos de España. A cambio los coliseos prestigiarían el nivel de sus másters y podrían beneficiarse de la cantera local de jóvenes artistas, incluso participando directamente en su selección. Un win to win que no deberían perderse y que puede ampliarse a todo tipo de carreras profesionales relacionadas con el ámbito musical y teatral.

 

 
 
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